Los ciervos campan a sus anchas en nuestros montes, alimentándose de las hierbas frescas de las humbrías y aprovechando la caída de la melosa, las primeras bellotas que dan nuestras encinas y alcornoques. Es fácil sorprendelos al amanecer y a la caída de la tarde, bajo la atenta mirada de los conejos y perdices. Algunos con sus majestuosas cornamentas embellecen nuestros montes.
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